martes, 15 de noviembre de 2011

Había una vez un circo

Jamón mal curado, mala pata negra o ganas de provocar una matanza en Guijuelo.

Así de extrañas pueden ser las explicaciones que encuentre el equipo verdiblanco para justificar las decisiones que le perjudican desde que volvía a Segunda B en 2006.

Aquel día ya se producía un hecho curioso. El Guiju subía a la categoría de bronce por la mañana y compartía categoría con la Unión Deportiva Salamanca unas horas, porque esa misma noche subía a Segunda con gol de Miku.

El destino quería que hasta 2011, unionistas y chacineros no se vayan a encontrar. Las gracias hay que dárselas, en parte, a César Caneda. En 2009, en la promoción por la permanencia, denunciaba que un jugador del Espanyol B, rival en esa eliminatoria, le intentaba comprar. Ni corto ni perezoso, se iba hacia un directivo espanyolista para recriminar su actuación. Eso sí, con el Guijuelo salvado.

Pero las calamidades están llegando esta temporada.

Primero se anunciaba el fichaje de un futbolista cuyo nombre se revelaría más tarde y, finalmente, el misterioso jugador no firmaba.

Después, había que exiliarse por las obras en el Municipal. El Guiju encontraba su segunda casa en Las Pistas del Helmántico. Pero el jardinero de la UDS se negaba a regarle el campo en su partido contra la Real Sociedad B y perdía.

Decisión: trasladarse al San Casto de Santa Marta.

Ya de vuelta en el Municipal y ante el Éibar, el árbitro añadía más tiempo del enseñado en la tablilla y el cuadro vasco empataba en los minutos extra.

La polémica arbitral se repetía este domingo.

Conclusión: Normal que el club salmantino esté enfadado. Al principal equipo de Guijuelo, localidad experta en embutidos, parece que le choricean.

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