miércoles, 14 de diciembre de 2011

Historia de los ex del Salamanca y del Guijuelo

Si hasta el presidente del Guijuelo ha sido socio del Salamanca, es fácil de entender que el trayecto entre la capital provincial y la villa chacinera sea un tránsito muy utilizado por el fútbol charro.

Desde que el Guiju ascendiera por primera vez a Segunda B, allá por 2004, entrenadores, jugadores y secretarios técnicos han viajado por una carretera que ahora es autovía.

Los primeros protagonistas de esta historia salían de la cantera de la Unión y se llaman Antolín, Jorgito, Pato, Dámaso, Mangas, Robertín, Israel y Pollo, que protagoniza el hecho más curioso porque ha sido jugador y secretario técnico de las dos entidades.

Delantero de ambas y entrenador de una es Pablo Zegarra. El peruano colgaba las botas junto al jamón.

La lista de ex se amplía con varios nombres que viajaban del Helmántico al Municipal: Tom, César, Lozano, Lupidio, Abel, Jimi, Carlos Alonso, Ion, Piojo o Robert, hermano de Koeman, quien, junto a Montero y Álvaro Tejedor, viste de verdiblanco después de lucir los colores blanco y negro del primer equipo.

No llegaban a él, pero salían de las categorías inferiores unionistas Garban, Sito Cruz, Gago, Gonzalo o Michael.

El camino inverso lo han seguido muy pocos futbolistas. Algunos de ellos al regresar de una cesión. Sólo Pagola y el integrante de la actual plantilla Ayala pueden presumir de haber firmado por el Salamanca tras haber jugado anteriormente en el Guijuelo.

Si nos fijamos en jugadores que hayan estado en el filial de uno y otro equipo, tenemos al portero Pedro Martín y al delentero Marcial. El camerunés, curiosamente, decidía un Torneo Villa de Guijuelo para el Salamanca tras ser convocado por el primer equipo perteneciendo a la base, de la que se marchaba a la rival para volver este verano.

Para volver a entrenar en la disciplina capitalina han sonado los nombres de Ángel Crego, Antolín Gonzalo y María Hernández. Los tres han dirigido al Guijuelo tras darse a conocer en la Unión Deportiva Salamanca, bien por preparar a los mayores, bien por hacerlo con los pequeños.

Alguno de ellos, de los peques, quizás siga el rumbo marcado por todos estos predecesores, los que unen los 48 kilómetros que separan Salamanca de Guijuelo… a través de un balón.

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