“Los árbitro te dan y te quitan”. Siempre se dice, pero algunos unionistas entienden que es falso.
Por eso, vigilan con lupa a los colegiados que le tocan a la Unión Deportiva Salamanca. Como si de una orden de la Real Federación Española de Fútbol se tratara, piensan que tratarán de perjudicar al club charro por algún motivo, como tener problemas económicos. Lo curioso es que si fuera una ley, el domingo se incumplía, porque el Palencia supera en males de dinero a la UDS.
Quejarse de los referés se ponía de moda en la Liga pasada, cuando el equipo blanquinegro perdía diez encuentros seguidos. En uno de ellos, Lesma López anulaba un gol legal en el estadio del Betis que hubiera supuesto el empate a uno, y Biel explotaba. “Este árbitro, que se dedique a criar cerdos, que así estará en su ambiente”, protestaba.
Estas palabras podían costarle una sanción, pero animaban a otros a seguir el juego. Entre ellos estaba Héctor Yuste, `autoexpulsado´ en el Salamanca 0 – Valladolid 5 por una entrada por detrás en el centro del campo producto de una rabieta por perder el balón.
La mecha estaba encendida, se culpaba a los que sacan tarjetas del descenso a Segunda B y esta campaña no se le pasa ni una al colectivo arbitral.
Al menos, este año no habrá enfrentamientos con el Hércules. Cuando la Unión y el cuadro alicantino se ven las caras, suele pasar algo. En la campaña 94-95, un sector de la hinchada congregada en el Helmántico entendía que los blanquiazules empataban con ayuda extra y lanzaban monedas al terreno de juego. Una de ellas rompía el diente de un recogepelotas. Ya en la Liga 2009-2010 y con D´Alessandro de entrenador, el Salamanca se quedaba con ocho jugadores en el Rico Pérez tras ver la roja Rossato, Goikoetxea y Salva Sevilla.
Tampoco se puede olvidar la protección policial que necesitaba el encargado de impartir justicia en la visita del Extremadura en el año 2000.
La lista es amplia. Los árbitros juzgan en el campo. Fuera de él, lo hace la afición.
