¡Buenas tardes, aunque estén siendo malos días!
Guijuelo, Palencia, Ponferradina, Cultural Leonesa, Zamora y Burgos. Apréndanse estos nombres porque son los de algunos de los rivales que tendrá la Unión Deportiva Salamanca en la próxima Liga.
A falta de conocer el grupo de Segunda División B en el que quedará encuadrada, le tocará enfrentarse a los representantes de Castilla y León.
Son menos kilómetros de viaje y eso supone un alivio para las delicadas arcas del club, pero claro, también se ingresará menos por aquello de abandonar el fútbol profesional.
Ese que el Salamanca deja por la puerta de atrás en la clasificación y en las formas. Que su presidente abandonara el palco del Mini Estadi el domingo tras el tercer gol del Barça B y que ayer, el día de dar la cara, estuviera desaparecido, dice muy poco del máximo representante de la UDS.
Es cierto que es el que pone el dinero, pero la institución está por encima de él y de caprichos personales que le han hecho perder la confianza de parte de su propia directiva y de algunos trabajadores del club, porque otros se marchaban hace tiempo por desavenencias con él. En esta lista figuran gente de las oficinas y entrenadores de la cantera y del primer equipo.
Un primer equipo que se tambalea como la gestión de su máximo accionista, al que una semana se le ocurre vender la plaza en Segunda, otra echar a un técnico por falta de “feeling”, más tarde enfrentarse a un fotógrafo y ahora desaparecer sin dar noticias a la UDS. Quizás en su piedra angular esté gran parte de la culpa del descenso del Salamanca.
Lo de estos días ha sido la gota que ha colmado un vaso lleno de mala leche… Pascual.
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